Dicen que la memoria olfativa es una de las más poderosas del ser humano. Es decir, somos capaces de asociar un aroma con un evento o recuerdo específico, y eso es lo que suele suceder cuando identificamos un intenso olor a cloro y lo relacionamos con piscinas, verano y diversión saludable.
No es nuestra intención arruinar dicho recuerdo estival, pero esa fragancia es en realidad la de algunos químicos en reacción con la orina, excremento, sudor y suciedad de quienes disfrutan de la piscina. No lo decimos nosotros, sino un estudio realizado por Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, dependientes del gobierno de Estados Unidos.
El contacto con estas secreciones corporales puede provocar, entre otras dolencias, algunas infecciones relacionadas con la piel, oídos y el pulmón.
Pero, ¿esto quiere decir que los químicos de tu piscina no sirven para nada?
No. El asunto es que, mientras más desprolijos y descuidados seamos con nuestra higiene, más "elementos" ingresarán a la piscina y deberán ser combatidos para mantener el espacio limpio, llegando a un punto en que los químicos no den abasto y dejen de matar gérmenes, la cual es su función principal.
Por esto, es responsabilidad de cada bañista adquirir ciertas costumbres y precauciones cada vez que visitan una piscina, tanto para cuidar la salud propia como la de otras personas.
No permitas que esta información te aleje de las piscinas cuando termine el invierno y comience la temporada de calor: a continuación te dejamos algunos consejos para evadir la mayor cantidad de gérmenes cuando entres a tu piscina o la de tus amigos.
- Problemas gastrointestinales: ¡fuera! Si estás sufriendo retorcijones, molestias estomacales o has experimentado diarreas recientemente, por tu bien y el de otros bañistas es recomendable que no ingreses al agua. Lo mismo en caso de que estés acompañado por niños o adultos mayores que utilicen pañales de baño, ya que éstos no son "a prueba de agua". Parece evidente, pero lo diremos de todas formas: tampoco debes orinar o defecar en la piscina.
- Ducha antes y después del baño. La ansiedad por entrar rápido a la piscina puede traicionarte (y, de paso, enfermar a otros). Por eso toma un minuto (sí, 60 segundos) para ducharte antes de entrar al agua y reducirás considerablemente los residuos en tu cuerpo. Repite la misma acción al salir.
- No tragues agua de la piscina. Por razones obvias, sobre todo luego de leer este artículo, siempre es mejor prevenir antes que curar. Quizás nunca te ha pasado nada luego de tragar algo de agua de una piscina, pero es bueno que sepas a lo que puedes estar expuesto.
- Revisa los niveles de cloro y pH. Ya sea tu propia piscina o una pública, siempre puedes estar atento a los niveles de cloro y de pH. Como referencia, te contamos que entre 1 y 3 mg/L es la dosis adecuada de cloro libre, mientras que el pH correcto debe estar entre 7.2 y 7.8, con el fin de maximizar la posibilidad de matar los gérmenes.
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